El senador de Oregón, Jeff Merkley, presentó un plan claro para reducir la dependencia estadounidense del petróleo: un plan con plazos específicos, responsabilidad real y un programa para construir una economía de energía limpia.
El plan de Merkley es factible: la viabilidad nunca ha sido el problema en la larga historia de Estados Unidos de grandes charlas y pequeñas acciones sobre la independencia energética. Es solo una cuestión de si el Congreso puede hacer frente a la influencia de los intereses de los combustibles fósiles y lograrlo.
Es difícil imaginar un conjunto de circunstancias más maduro para una revolución de energía limpia. El desastre en el Golfo brinda recordatorios diarios y vívidos de los altos costos de la dependencia de los combustibles fósiles. Pero no es la única razón ni la más importante para dejar el hábito.
La disrupción climática ya está afectando los sistemas humanos y naturales en todo el mundo. Si no se controla, socavará nuestra capacidad de “preservar un planeta similar a aquel en el que se desarrolló la civilización y al que se adaptó la vida en la Tierra”, en palabras de nuestro destacado científico del clima, James Hansen de la NASA.
Mientras tanto, nuestra economía está chisporroteando. Necesita más que una puesta a punto; necesita un motor nuevo. Y el nuevo impulsor más poderoso para la innovación, la inversión y el empleo a nivel mundial es la floreciente economía de energía limpia.
Aquellos que dicen que no podemos darnos el lujo de dejar nuestra adicción a los combustibles fósiles simplemente no están haciendo los cálculos. Pero nuestros competidores lo son. Alemania, España, Japón y China son solo algunos de los países que se han comprometido firmemente a liderar la transición hacia la energía limpia y cosecharon los beneficios de la reducción de las importaciones, ahorros en costos de energía, nuevas industrias dinámicas y buenos nuevos empleos. Cada día que Estados Unidos espera para aprobar una política climática y energética seria es un día en que nos quedamos más atrás en la carrera por el liderazgo económico mundial. Es por eso que más de 200 empresas de Oregón forman parte de una campaña nacional para apoyar una legislación integral sobre el clima y la energía limpia. Como si el poder arraigado de los intereses del petróleo y el carbón no fuera suficiente, el Senado enfrenta otro obstáculo político: el miedo. Los senadores temen que los estadounidenses no estén preparados para un cambio fundamental. Temen que sus oponentes tergiversen el tema para obtener ventajas políticas. Temen que las soluciones no funcionen.
Pero los estadounidenses de todo el espectro saben, ahora más que nunca, que la dependencia de los combustibles fósiles es un callejón sin salida. Tenemos la tecnología, el ingenio y la voluntad para hacer frente a nuestra dependencia de los combustibles fósiles.