El senador Jeff Merkley no estaría en desacuerdo con que el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, haya hecho un trabajo sólido durante el último año para alejar a la economía estadounidense del colapso total.
Pero hay, insiste el demócrata de Oregón, una pequeña complicación.
“Ayudó a incendiar la casa”, dice Merkley sobre Bernanke. “Se quemó, y resultó ser bastante bueno con una manguera contra incendios.
“No hay nada que indique que él es la clave para reconstruir la casa ahora”.
Esta es una distinción clave, porque el presidente Barack Obama ha vuelto a nombrar a Bernanke no como jefe de bomberos, sino para otro mandato como jefe de la Reserva Federal o, como solía llamarse el puesto cuando lo tenía Alan Greenspan, el oráculo omnisciente de la economía. Bernanke fue nombrado por primera vez para el cargo por el ex presidente George W. Bush, y su mandato finaliza el domingo. El martes por la noche, el Senado programó una votación de clausura para el jueves, lo que significa que la administración y los líderes demócrata y republicano del Senado creen que tienen los votos.
Aún así, algunos senadores tanto de izquierda como (en su mayoría) de derecha se oponen a la idea, y Merkley pregunta por qué el Senado querría confirmar al Bernanke que se sentó en silencio en la junta de la Fed durante los primeros siete años que estuvo en él.
“Era Greenspan en filosofía”, objeta Merkley. “Sentía que los bancos podían regularse solos. Pensé que habíamos aprendido esa lección de la crisis de ahorro y préstamo”. (La crisis de ahorro y préstamo de finales de los 80 y principios de los 90 le costó al país alrededor de $300 mil millones, lo que en estos días parece una ganga).
“Estaba en una posición perfecta para decir que estos trucos y trampas no están bien”, dice el senador. “No escuchamos nada de él. Necesitamos a alguien que se haga cargo de estos problemas cuando no es fácil”.
Como señala Merkley, durante los siete años en que Bernanke estuvo en el directorio de la Fed, no tuvo nada que decir sobre la burbuja de los precios de la vivienda, las hipotecas de alto riesgo que la impulsaron o los derivados que casi derribaron todo a su alrededor.